Paso a paso



Cuando la pequeña oruga se cruza con un hambriento petirrojo, debe hacer uso de toda su imaginación e inteligencia para no convertirse en su comida. Una vez librada de esta primera amenaza, se ve obligada a seguir tirando de ingenio para no ser devorada por otras aves y depredadores de su entorno. ¿Conseguirá salir airosa?


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